083 (13 de marzo de 2008)
Erase una vez un sitio donde se hacían planes urbanísticos por unos señores muy serios con grandes bigotes todos arquitectos, donde su ultima preocupación era la imagen finalista de la ciudad, quizás por el error que se cometía al encomendarles el diseño a esta humilde profesión, la gente no existía, era todo imagen.
Alguien advirtió del problema que si bien la imagen era adecuada con la modernidad imperante estaba a oscuras y costaba llegar, ya que no se había pensado como llegar a la misma ni como abastecerla de energía y agua, y entonces alguien impulso que estos planes se convirtiesen en estructurales, … y apareció el ingeniero de caminos.
La moda imperante y el coste de las energías hizo que la preocupación se volviese hacia la negación de la ciudad, y después de un periodo que llamaremos de artista, y el estructural, apareció el naturalista, y aterrizaron los geógrafos y el culto a la naturaleza se hizo patente. Ahora que el cuento no ha hecho mas que empezar alguien se da cuenta que hay que darle un orden a todo esto ya que es difícil conseguir que los arquitectos, ingenieros de caminos y geógrafos plasmen sus ideas en algo cierto, y aparecieron por lo tanto los planes gestionables y con ellos los abogados.
Y en este momento estoy empezando a sospechar que la cosa va a empezar a enderezarse ya que si han tenido cabida arquitectos, ingenieros geógrafos, abogados,… posiblemente estén al caer los farmacéuticos, albañiles, fontaneros, e incluso funcionarios, que será cuando lleguemos a la perfección, y todo esto para diseñar la ciudad donde todos vivimos y donde todos por lo tanto debemos opinar.
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