053 (30 de enero de 2008)
El mundo siempre ha tenido Dualidades normativas en los que mirarse y ordenarse (ateo-creyente, igualdad-libertad, hombre-mujer, lo justo–lo injusto, bueno-malo) todas ellas majestuosas y cargadas de discusión, la sorpresa es que casi todas las dualidades admiten una tercera pata, o alguien que no sabe situarse en ninguno de sus extremos, y es en los extremos y en esta tercera pata donde esta la discusión y donde nace la certeza, y en el urbanismo no podía ser menos.
De mis paseos por la provincia he llegado a descubrir un urbanismo (léase también ordenación territorial) bueno y uno malo, y lo califico en función del fin social que ha de tener el propio urbanismo, así como también he descubierto un urbanismo legal y otro ilegal (es decir ajustado a un documento de planeamiento debidamente aprobado o no ajustado al mismo), y mi sorpresa ha sido cuándo aparecen simultáneamente un urbanismo legal y malo junto a otro urbanismo ilegal y bueno, lo que a priori es sorprendente y debe de hacernos reflexionar, ya que alguien debe de estar equivocado profundamente, porque al final lo importante no es la calificación del mimo, sino el uso que hemos de dar y servirnos del territorio como colectividad.
Como si no, se explica cuando andas por la AP-7 (la autopista de peaje de la Costa del Sol, lo digo para quien lee esto desde Bélgica y no lo sabe) y llegamos al nudo de Calahonda y observamos a ambos lados del peaje lo que allí se ha construido (termino municipal de Mijas), para posteriormente seguir avanzando por dicha autopista y entrar en el termino municipal de Marbella (a 500 metros de la anterior) y observar lo que allí se ha ejecutado, el primer de los casos es un urbanismo legal (Calahonda) y entrando en Marbella es ilegal, … lo de bueno o malo ponlo tu.
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