PONLE UN NOMBRE AL NIÑO

127 (21 de mayo de 2008)



Hay gente que piensa que el nombre marca hasta unos extremos inconfesables, (llamarse Fermín y ser mayordomo, por ejemplo, o Leocadio y ser maestro), y otros que se dedican tan solo a modificar los nombres de lo que todo el mundo sabe ya como se llama, y así ante la falta de políticas concretas o ideas de como atajar e intentar resolver un problema se dedican a cambiar los nombres de las distintas administraciones como si tan solo se resolvieran estos oscuros extremos, con el solo hecho de a Fermín llamarlo Bautista (también buen nombre de mayordomo).

Cambiar los nombres debe de estar muy justificado, ya que vale dinero, y no dice nada positivo del que puso el primer nombre a todo este lío (que en este caso es el mismo que ahora lo cambia), y llega a unos extremos tan ridículos de cambiar por ejemplo el nombre de la Dirección General de Arquitectura y Vivienda por el de Dirección General de Vivienda y Arquitectura, cuando por cierto, todo el mundo sabe que lo de la vivienda esta, desde hace ya unos pocos años en Málaga, en el edificio del MOPU, nombre que sin saber muy bien porque existe en la memoria colectiva de esta ciudad.

Incluso antes existió el Ministerio de la Vivienda, cuyo nombre desapareció del panorama político, quizás por el recuerdo a ciertas políticas de los años 60, volviendo al cabo del tiempo, con renombrada fuerza. Vamos que debe ser esto producto de los ciclos vitales a que se refieren últimamente los ecologistas, ya que al transcurrir del tiempo todo vuelve a nombrarse como antes, lo único que espero es que no tirasen los folios con el membrete y ahora se vuelvan a usar.

PD. Y en Málaga el edificio “negro”, y lo del “mopu”

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