107 (22 de abril de 2008)
Todo espacio urbano tiene un centro adonde ir, de donde volver, un lugar completo con que soñar y en relación al cual dirigirse o retirarse.
En occidente todas las ciudades son concéntricas, y allí se concentran los valores espirituales (iglesias), con el poder (ministerios y oficinas), el dinero (bancos) y la palabra (ágoras, paseos y cafés), al contrario que algunas ciudades orientales donde el centro es un vacío inexpugnable como la ciudad de Tokio donde todo gira en torno a un palacio imperial donde nadie puede entrar.
Echo de menos gestos de este tipo cuando veo planes generales, y no me refiero a la falta de centros, sino la falta de ideas que conforman una ciudad, (entre ellas la de construir una ciudad
con una estructura que fluya hacia algún punto), ya que siempre he pensado que el plano mas importante de un plan general, y por cierto uno a los que menos atención se le presta es el de estructura general y orgánica del municipio, ya que solo miramos el de clasificación y el de calificación (en función del tamaño de nuestra riqueza).
Parece como si solo sirviese un plan general para posibilitar un hipotético crecimiento, que ahora en tiempos de vacas flacas no lo es tal, y la verdad es que debería de servir para reconocer, posibilitar y mejorar el orden y jerarquía de un territorio (no tan solo de una ciudad, que el no urbanizable también se merece nuestra atención).
A partir de ahora voy a proponer a la Junta de Andalucía que no autorice ningún plan general en el que no se vea convenientemente una buena torre con sus correspondientes campanas (para lo del ángelus de las doce) desde cualquier punto del municipio, seguro que Dña. Josefa (Pepi) me oye.
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