108 (23 de abril de 2008)
Siempre ha sido delito matar, bueno, siempre no, casi siempre, porque todos exceptuamos alguna muerte como delito, me refiero a la defensa propia, a la muerte en periodo de guerra, o a la accidental (provocada, o no), y a una amplia casuística en el que también había que incluir como se ha interpretado la muerte conforme el paso de la historia.
No pretendo equiparar los delitos contra la ordenación del territorio con el delito de matar, simplemente he elegido uno de los mas execrables de los delitos, para poner de manifiesto que se puede mesurar, y de hecho se debe de mesurar conforme a la situación en que se rodea e incluso al tiempo (histórico) de ejecución del mismo.
Por supuesto que hay que perseguir conforme la legislación vigente mandata, todos los delitos que se producen contra la ordenación del territorio, pero incluso ellos están tasados, basta con preguntar a la administración encargada por velar de dicha ordenación, para saber que no es lo mismos ejecutar una vivienda en el suelo no urbanizable común, que en el suelo no urbanizable protegido, o en primera línea de playa, o el cauce de un río.
Mientras que sobre los delitos que cabria denominar “clásicos”, tan solo porque la historia ha corrido sobre ellos, ya existe una cultura “popular” acerca de sus efectos y sus castigos (también cultural), sobre este tipo de delitos de nuevo cuño como son los cometidos contra la ordenación territorial todavía esa cultura no existe y hay que irla creando y amoldando, y esta es precisamente una de las labores de la administración actual (tanto de justicia como la encargada de administrar el urbanismo y la ordenación territorial).
El problema radica en que este papel lo esta adoptando la denominada prensa canallesca, y que la misma solo cultiva la noticia cuando la noticia se convierte en basura, con lo cual se esta equivocando ya que pensar como es una persona mirando tan solo su basura sigo pensando que es una aberración; y en el animo y objetivo tan solo de vender números de periódico se les olvida desde la presunción de inocencia a los mas elementales principios del urbanismo ya que ni tan siquiera (sic) saben distinguir entre calificación y clasificación (excepto algunas honrosas excepciones).
Deberían prohibir (los periódicos serios) a cualquier chiquilicuatre hablar de urbanismo y ordenación del territorio en prensa sin haberlos sometidos amenos a un examen de aptitud y actitud y un poquito de conocimientos del tema,… porque hay periódicos (de nombre muy amplio) que van a convertir esta sección en un concurso de eurovisión.
Y los que debían de hablar,… callados (bonito nombre para una canción).
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