LA NORMALIZACION

066 (18 de febrero de 2008)


Tengo un buen amigo que se llama Bruno (y no es belga, que este es otro ) que me explicaba la importancia que tienen los actos administrativos y las decisiones parlamentarias sobre el pueblo llano (estábamos hablando de las viviendas en el campo), y como afectaban las mismas, a los mismos, y me lo exponía como en un municipio que el bien conoce (Benamocarra), los talegas, los pitinos, los canutos y los estrellados, que son las cuatro familias mas significativas del lugar, habían entendido y comprendido las distintas determinaciones que sobre sus casas habían tomado unos señores (al parecer muy importantes) en la lejana Sevilla.

A pesar de no compartir las justificaciones de “los talegas, los pitinos, los canutos y los estrellados”, si sospecho que se merecen alguna contestación, ya que ahora su suelo empezaba a servir para algo más que recoger pasas, ya que estaban plantando guiris (algunos con cara de pasa de tanto sol que tomaban, por intentar ponerse al día de horas de sol en la piel, después de una juventud a la sombra entre Bruselas y Edimburgo).

Todos ellos piensan que ha sido un error prohibir la vivienda en el campo (o no urbanizable como dicen en la ciudad), ya que se trataba de una herencia cultural y que por fin estaba empezando a crear algo de riqueza en la zona, y que hubiese sido mejor regular la actividad en vez de prohibir, y que por supuesto esa actividad pasaba por los siguientes principios.

Parcela mínima adecuada a la realidad física (que estamos en el campo, y aquí se mide en hectáreas), obligación de reforestación con arboleda autóctona (nada de palmeras, ficus, o pinos) de un porcentaje importante de la parcela (al menos un 40%), conexión de las aguas residuales con depuradoras ecológicas individuales, respeto y apoyo de la red de caminos existente (no se permiten abrir viales nuevos), energía solar obligatoria, abastecimiento de agua regulado (evitando pinchazos indiscriminados, que aquí Medio Ambiente se tiene que poner las pilas, se hagan o no se hagan estas “casitas”, que es el gran despilfarro actual), tipología adecuada al medio (volúmenes, materiales, …), creación de un impuesto de bienes inmuebles con un calculo adecuado al gasto que estas viviendas suponen a la administración, y señalamiento de zonas que ni por asomo se pueden usar para esta “plantación” por sus condicionantes, medioambientales, culturales, estratégicos, …etc.

Esto es lo que Dionisio “el tuerto”, el de “los talegas”, entre un sombra y una rebana de bacalao con aceite, me explico el martes pasado en el bar “Casa Proculo”, a mi amigo José Manuel y a mi mismo.

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