099 (10 de abril de 2008)
No rompas el silencio si no es para mejorarlo.
Me lo recordaba Marina este pasado fin de semana, sin saber muy bien la razón de la frase, pero que considero como una de las mas acertadas que al parecer algún chino ilustre dijo hace muchos años (que es cuando estas cosas se decían).
La verdad es que es una de las frases mas afortunadas que he oído (se mejoro el silencio al decirlo, o al menos lo provoco después), la pena es que nuestros queridos políticos no la hayan oído antes, ya que nos hubiésemos ahorrado un sinfín de leyes, posteriormente corregidos con una avalancha de decretos, leyes, ordenes, planes y hasta algún susurro, que ha provocado un desorden de ruidos legislativos en la materia que nos lleva que hace prácticamente que no entendamos (ni oigamos) los compases necesarios de una planificación acertada.
Han bastado unos cuantos gritos (léase leyes y decretos) para desviar la atención de la ordenación territorial hacia una discusión si bien en algún momento necesaria, si lejana de los principios en que ha de moverse, y ahora nos encontramos discutiendo del tema en una maraña de porcentajes, que nadie ha sabido explicarlos, y situaciones territoriales genéricas que son los mas alejado posible de la realidad, y que ha de darse después de una comprensión y análisis, de las distintas fuerzas que provocan la ordenación territorial que no son otras que el propio hombre hacia el que ha de servirse esta ciencia, después de un conocimiento exacto (o al menos aproximado) del medio donde ha de vivir, y de las propias circunstancias del territorio.
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